Julian Rosefeldt cuestiona el mito de la originalidad en C/O Berlin
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En 2002, Jim Jarmusch anotó en su decálogo de consejos para jóvenes cineastas una frase que ha sido repetida, apropiada y malinterpretada sin cesar: “Nothing is original”. Lo que pocos recuerdan es cómo sigue: “Steal from anywhere that resonates with inspiration (…) And always remember what Jean-Luc Godard said: ‘It’s not where you take things from—it’s where you take them to’”. Ese desplazamiento de lo prestado a lo transformado es el terreno donde Julian Rosefeldt lleva trabajando más de tres décadas, y el que articula su retrospectiva en C/O Berlin.
La deconstrucción como lenguaje artístico
Figura destacada del arte y el cine contemporáneo europeo, Julian Rosefeldt parte siempre de material existente —found footage, géneros, estereotipos, clichés, citas visuales— para tensarlos hasta el límite. Desde los westerns a la ciencia ficción, pasando por el slapstick o el noticiario televisivo, Rosefeldt ha diseccionado los géneros reconocibles de la cultura visual para mostrar sus andamios narrativos. Con elocuencia crítica, “Nothing is Original” no solo reúne piezas clave de su filmografía multicanal; también despliega cuadernos de rodaje, fotografías, storyboards, documentos inéditos y vestigios del proceso creativo que exhiben lo que suele quedar fuera del encuadre.
Comisariada por Sophia Greiff, la muestra se convierte en una operación de excavación cultural, una suerte de archivo expandido sobre cómo construimos los relatos que nos definen, y cómo el arte puede sabotearlos desde el interior. El título funciona como brújula conceptual para navegar por un cuerpo de obra que no teme apropiarse de iconografía cultural y devolverla intervenida y descompuesta. Y es que Rosefeldt no propone un nuevo relato, sino fracturar las narrativas vigentes.
Archivo, found footage y géneros visuales
Formado en arquitectura, Rosefeldt inició su carrera en los años noventa junto a Piero Steinle, con obras centradas en la memoria silenciada de los espacios. Hidden City (1994) se adentra en los búnkers nazis de Múnich; Archive of Archives (1995) examina depósitos de documentos como prueba de que incluso el olvido necesita estructura; y Detonation Deutschland (1999) registra la demolición de edificios como gesto de borrado simbólico. A partir de ahí, su mirada se desplaza hacia los medios de masas: si News (1998) disecciona los silencios y las pausas en informativos alemanes, Global Soap (2000) compila arquetipos de telenovela replicados para ilustrar que la narrativa popular trasciende fronteras, pero no formatos.
Este uso del archivo y del found footage se transforma en una estética de la escenificación a partir de los 2000, cuando Rosefeldt empieza a construir sus propios decorados, trabajando con equipos amplios, coreografías precisas y proyecciones multicanal. Trilogy of Failure —compuesta por The Soundmaker, Stunned Man y The Perfectionist (2004)— encierra a sus protagonistas en rutinas absurdas que, filmadas en bucle, destapan la alienación de la productividad contemporánea. En The Swap (2015), una escena de gánsteres muda revela el mundo oculto del poder y los negocios clandestinos.
El artista alemán también es un genio desmontando géneros. American Night (2008/09) subvierte el western mediante la introducción de helicópteros militares y marionetas de Bush y Obama entre cowboys y saloons; The Shift (2008) nos lleva por pasadizos distópicos con referencias directas a Kubrick y Tarkovski; Deep Gold (2013) imagina un cabaré queer como secuela apócrifa de L’Âge d’Or de Buñuel; y Lonely Planet (2006) se apropia del lenguaje hiperbólico de Bollywood para satirizar la exotización.
Identidad, historia alemana y distopía
Otras piezas lidian directamente con el imaginario alemán. The Ship of Fools (2007) y My Home is a Dark and Cloud-Hung Land (2011) cuestionan el término Heimat —patria, hogar— mediante símbolos asociados a la identidad y al trauma nacional: desde un skinhead con un águila imperial hasta paisajes propios de Caspar David Friedrich. De Manifesto (2015), su obra más emblemática, sale la cita que da título a la exposición: en boca de una maestra de escuela encarnada por Cate Blanchett, la proclama de Jarmusch resurge convertida en arte y en parodia.
En sus trabajos recientes, las visiones del futuro son igualmente sombrías y distópicas. In the Land of Drought (2015/17) y Penumbra (2019–22) imaginan una humanidad extinguida o exiliada tras haber consumido su mundo —o varios mundos—, con escenarios poshumanos recorridos por científicos sin rumbo o raves a cámara lenta con música de Schumann. Filmadas con estética exquisita, estas visiones posapocalípticas no son simples alegorías, sino espejos oscuros del presente.
La ambigüedad estética de Rosefeldt evidencia su capacidad de ensamblar el humor con la crítica feroz, la poesía visual con la denuncia. Hasta el 16 de septiembre, “Nothing is Original” no reivindica la creatividad: la vuelve sospechosa. Y es que Rosefeldt no celebra la autenticidad, sino la reconfiguración de lo existente desde un paradigma alternativo.
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