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La Gaîté Lyrique de París presenta hasta el 6 de noviembre la exposición-experiencia AURAe de la canadiense Sabrina Ratté. La muestra de arte digital condensa el universo contemplativo de la propia artista y analiza la naturaleza de nuestra relación con las imágenes y la confusa realidad de nuestra era tecnológica actual.

En un contexto de saturación digital y hastío visual, y a través de un enfoque sensible del espacio, AURAe propone un viaje en el que el visitante atraviesa o se funde con imágenes fragmentarias y coloridas. Esta exposición se presenta como un gran conjunto de arquitecturas y paisajes inmersivos habitados por un material visual en movimiento, que cuestiona la separación física entre dos realidades.

La perspectiva desarrollada por Ratté se basa en la disección de imágenes. En sus vídeos, los fragmentos visuales se dispersan, se entremezclan, se transponen, se funden, se desintegran, aparecen y desaparecen jugando al travestismo de formas arquitectónicas con gran armonía cromática y secuencial.

Arte digital impregnado de poesía y ciencia ficción

A través de sus instalaciones basadas en proyecciones de vídeo, animaciones, fotogrametrías, esculturas y dispositivos espaciales, Sabrina Ratté inventa –o más bien sueña– paisajes y construcciones, situados en algún lugar entre el mundo físico y el virtual.

Algunas de las obras se vinculan a la investigación arquitectónica (Alpenglow), mientras que otras están más relacionadas con cuestiones ecológicas (Floralia) o paisajísticas (Radiances), pero todas sugieren espacios cuya naturaleza es ambigua, como si fueran portales que conducen a realidades metafísicas. Con esta serie de piezas impregnadas de poesía y ciencia ficción, Sabrina Ratté se propone dar relieve a las imágenes, dotarlas de un nuevo aura en la era digital.

“Mi trabajo se inspira en la tensión entre la utopía y la distopía, la existencia física y la virtual, la inmersión y la retirada, la naturaleza y la tecnología, lo sublime y lo repulsivo… La ambigüedad que plantean estos conceptos a priori contradictorios me lleva a cuestionar la naturaleza de la realidad y, más concretamente, los parámetros culturales y subjetivos que construyen y definen esta realidad”, explica la artista.

Textura arquitectónica visual

Los entornos inmateriales generados por Sabrina Ratté toman la forma de un sol poniente, de flora invasora, de topografías imposibles o de nuevas ciudades. En ellos caminamos, nos bañamos o tomamos el sol. Sus imágenes ilusorias son el reflejo –o el espejismo– de una realidad ambivalente. En los panoramas propuestos por la artista el espectador palpa la calidez del ambiente, siente las texturas líquidas o sólidas como si fueran tejidos, percibe una comodidad desconocida que, sin embargo, le es muy familiar.

En colaboración con el diseñador de escenografía Antonin Sorel y el músico Roger Tellier-Craig responsable de la envolvente e indispensable animación sonora, Ratté imagina un inquietante archipiélago, una serie de islotes y refugios fuera de la realidad, como un desfile de utopías hipnóticas en las que el visitante se hunde, se instala brevemente e incluso medita.

“Me interesa la inmersión, pero sobre todo la idea de crear una tensión entre la inmersión y la distancia. Es sin duda una exposición concebida con el objetivo de ser inmersiva, a través de las dimensiones de las obras, de la creación de arquitecturas derivadas de mis imágenes, o de la naturaleza de las instalaciones que incitan a perderse en los vídeos”, aclara Ratté.

Quién es Sabrina Ratté

Sabrina Ratté (1982, Quebec) trabaja en la frontera de las artes visuales, la escenografía, la performance y la música. Le interesan las múltiples posibilidades de la imagen digital, desde el vídeo analógico hasta la animación en 3D, pasando por la fotografía, la impresión, la escultura, la realidad virtual y la videoinstalación.

La continua exploración de nuevas técnicas alimenta los temas que recorren su obra; entre ellos la influencia de la arquitectura y lo digital en nuestra percepción del mundo, o la relación que mantenemos con el aspecto virtual de la existencia. En los últimos años, Ratté ha insistido en la relación entre lo real y lo virtual para imaginar sus entornos. Para configurarlos, trabaja con tecnologías analógicas y herramientas digitales, haciendo de la electricidad su materia prima y del vídeo su sustancia maleable.

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