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La exposición Extérieurs – Annie Ernaux & la Photographie (hasta el 26 de mayo) pretende” celebrar la relación entre la fotografía y la escritura de Annie Ernaux, escritora francesa y Premio Nobel de Literatura 2022, a través de textos de su libro Journal du dehors (Diario desde fuera, 1993) y fotografías de la colección del MEP (Maison Européenne de la Photographie). La muestra es el resultado de una residencia dirigida por la comisaria y escritora Lou Stoppard. Durante un mes, Stoppard se basó en la colección del museo para llevar a cabo una investigación que vinculaba fotografía y literatura. Los que vayan a ver la exposición movidos por su interés por Ernaux desde luego se van a llevar una soberana desilusión.

Si bien pertenece a una familia de clase obrera, por medio de su formación, autonomía y expansión intelectual, Annie Ernaux pasó en su etapa adulta a formar parte de una clase social –en algunos sentidos– superior. La práctica totalidad de sus obras reflejan con rigor esa fractura y vergüenza social que ha determinado su biografía. Esta tránsfuga de clase es célebre por su estilo fusión de autoensayo y autoficción, en el que mezcla con una destreza fuera de lo común –en cierto modo comparable a la de Vivian Gornick o Elizabeth Hardwick– memoria personal, historia colectiva y reflexiones metaliterarias. A través de su escritura sin florituras, Ernaux examina con precisión quirúrgica la vida, su entorno y las tensiones de clase a través de sus palabras publicadas por la editorial Gallimard.

La exposición combina textos del libro de Annie Ernaux Journal du dehors –una transcripción de escenas de la vida cotidiana en trenes, supermercados y tiendas de Cergy-Pontoise y París entre 1985 y 1992– con obras de la colección del MEP. La selección se compone de 150 piezas de 29 fotógrafos que poco o nada tienen que ver con las radiografías sociales de Ernaux. El contenido de las fotos sobrepasa también el ámbito geográfico del libro (París), pues la expo aglutina imágenes tomadas en Reino Unido, China o Alemania, lo cual corrobora doblemente que se ha usado el libro como un pretexto fallido para desarrollar la exhibición.

Annie Ernaux aborda directamente la fotografía en dos de sus libros: L’usage de la photo (El uso de la fotografía) y Les années (Los años). El primero es una obra “fotobiográfica” en la que Ernaux amplía sus reflexiones sobre el papel de la fotografía e incorpora fotos de su vida íntima o amorosa, en torno a las cuales giran los textos. Y el segundo oscila entre la descripción de fotos suyas tomadas entre 1941 y 2006 y la representación de la época en que fueron hechas a través de recuerdos escogidos por su relevancia sociológica. ¿Por qué la muestra ignora descaradamente estas obras de la escritora asociadas estrictamente al ámbito de la fotografía?

En Journal du dehors, Ernaux describe su intento de escribir como si estuviera haciendo fotos, o lo que es lo mismo: recurre a una suerte de escritura fotográfica de la realidad. Sus escritos cuelgan ahora tristemente en las paredes del MEP como si fueran impresiones fotográficas veladas con un vago o nulo nexo con las fotos periféricas. Si bien se afirma que la exhibición se articula en torno a los temas centrales del libro, la discrepancia puede ser en algunos casos irrebatible. Y aunque al entrar a la expo se aclara que no se trata de una muestra ilustrativa del contenido de Journal du dehors, ¿qué sentido tiene apoyarse en una obra literaria para producir una muestra cuya materia prima se aparta radicalmente del libro en el que se sustenta?

Los fotógrafos de la primera sección, “Interior / Exterior”, utilizan el entorno urbano como centro de observación. En ella vemos una foto de Gianni Berengo Gardin con pasajeros a bordo de un vaporetto veneciano u otra de Marie-Paule Nègre con transeúntes en los jardines de Luxemburgo de París. Otras piezas de Kheng-Li Wee y de Claude Dityvon presentan individuos en el espacio público sin ton ni son. Si Ernaux titula su libro Journal du dehors (Diario desde fuera), no es para hacer referencia al espacio urbano, sino sobre todo para definir que se trata de una proyección de sí misma en el mundo exterior más que de una egointrospección propia de un diario íntimo convencional.

“Confrontaciones” es otra de las fases de la muestra y engloba imágenes de Mohamed Bourouissa de los suburbios de París, otras urbanas de Daido Moriyama o una fotografía de cristales rotos de Marguerite Bornhauser, sacada junto a la sala Bataclan tras los atentados terroristas de 2015 en París. Estas fotos remiten, según el MEP, a “un entorno urbano cargado de violencia, crueldad y soledad”, aspectos que brillan por su ausencia en el libro de Ernaux.

Las obras presentadas en “Travesías” –sección que más se aproxima al contenido del libro– contemplan el espacio, los viajes y los desplazamientos cotidianos en forma de imágenes literales de escenas capturadas en el metro o el RER (tren interurbano de París); como las instantáneas de Hiro, Dolorès Marat y Ursula Schulz-Dornburg, tomadas en el transporte público.

En Journal du dehors aparecen referencias a tiendas, centros comerciales, peluquerías y cafés. Annie Ernaux cree que estos espacios permiten comprender en profundidad las esperanzas, normas y desigualdades de la sociedad contemporánea. El cuarto apartado está dedicado supuestamente a esos “Lugares de encuentro” que exhiben la efervescencia del ocio y la cultura de consumo. Pero el contenido de las fotos vuelve a dinamitar la esencia del libro de Ernaux. Lo apreciamos, por ejemplo, en una serie de imágenes de Barbara Alper sobre la cobertura de la guerra del Golfo en televisión.

La última etapa, “Hacer sociedad”, se centra en la clase y el orden social. En el libro, estos factores se reconocen sobre todo en pasajes en los que Ernaux radiografía vagabundos o sintecho (sans domicile fixe o simplemente SDF, en francés). Entre las imágenes seleccionadas para esta parte hallamos las de Yingguang Guo que muestran a padres e hijos en la plaza del Pueblo en Shanghái. En fin.

Los temas (la ciudad dormitorio, los desplazamientos cotidianos, la indumentaria, el trabajo docente, el paso del tiempo –juventud, vejez–, las carencias afectivas, la sociedad de consumo, las relaciones interpersonales, las desigualdades socioculturales, la precariedad o la abundancia obscena); los escenarios (hipermercados, centros comerciales, peluquerías, carnicerías, parkings, descampados, tiendas de ropa o de comestibles, aulas universitarias, vagones y estaciones de metro o tren); y los retratos (dependientas, cajeras de supermercado, recogedores de carritos de supermercado, personas sin hogar, peluqueros, profesores, usuarios random del transporte público) esbozados en Journal du dehors eran más que suficientes y magnéticos como para inspirar y estructurar una exposición fotográfica sólida y convincente en torno a ellos.

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