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La moda en los museos o los museos de moda o de diseñadores de moda han dejado de levantar ampollas –a pesar de que la moda ha estado siempre presente en los museos del traje de cada nación– para convertirse en una constante reverenciada. ¿El último ejemplo? La Galerie Dior, ubicada en el emblemático número 30 de la Avenue Montaigne, centro neurálgico de la Maison Dior. Tras dos años de obras, este edificio monumental reabre sus puertas al público con un sinfín de sorpresas veladas: boutique XL, restaurante, suite principesca, spa y un museo de dos mil metros cuadrados.

Christian Dior se enamoró en su día de la mansión privada localizada en esta esquina de la avenida del lujo parisiense que hoy presume de estatus de leyenda. Este corazón palpitante de la Casa Dior se ha reinventado y alberga ahora la Galerie Dior, testigo de la audacia visionaria del diseñador que la fundó y de sus sucesores. Entre estos muros se han gestado durante más de siete décadas las colecciones de la Casa Dior, empezando por el mítico New Look, giro decisivo en la historia de la moda que encarnó la actitud de una mujer radiante, asertiva, consciente de su poder de seducción en la época de reconstrucción de la posguerra. Por aquí han pasado invitados y amigos de Monsieur Dior, clientes y celebridades de todo el mundo para participar y promover este reino global dedicado a los sueños.

Bajo la dirección de Olivier Flaviano –antiguo director del Museo Yves Saint Laurent–, la historia de la Casa Dior se narra a través de trece salas temáticas con escenografías variables repartidas en tres plantas. En ellas se exhiben prendas distintivas de la firma: desde los inicios, inspiraciones y pasiones de su fundador, Christian Dior; hasta la actualidad, trazando la evolución de la casa a través de sus seis diseñadores estrella: Yves Saint Laurent, Marc Rohan, Gianfranco Ferré, John Galliano, Raf Simons y Maria Grazia Chiuri.

En cuanto a la escenografía –enaltecida hasta el paroxismoen la nota de prensa–, solo apostillar que en ocasiones se pasa de la luz a la oscuridad con extremado dramatismo y sin orden ni concierto. En algunas salas hay tan poca luz que hasta se está tentado de encender la linterna del móvil. Se supone que se trata de piezas elaboradas con tejidos de extrema calidad pensados para durar toda la vida, no de pinturas rupestres…

Una escalera de caracol engalanada con accesorios y trajes en miniatura de lo más instagrammable nos da la bienvenida a un recinto expositivo que nos traslada al mundo de la Maison Christian Dior. En este recorrido por la moda de los últimos setenta y tantos años, en el que se exponen modelos, bocetos originales, documentos de archivo, accesorios y piezas excepcionales, tampoco falta una fiel reconstrucción del despacho de Christian Dior, un probador original que se observa a través del suelo de cristal o el taller de costura operado in situ por las manos expertas de la casa.

La exhibición parte de los orígenes de la familia de Christian Dior (1905-1957), hijo de un empresario acomodado, y recupera documentos inéditos como los carteles publicitarios de la fábrica Dior, fundada en 1832, en la que se producía lejía o jabón. Además de algunos de sus primeros bocetos, se muestran fotografías personales del diseñador junto a amigos artistas, como Jean Cocteau y Max Jacob. Desde la apertura de su taller de costura en 1947 hasta su muerte, diez años después, Dior desarrolló una carrera fulgurante con acciones empresariales inéditas (desfiles en Estados Unidos o Rusia), que le llevaron a ser portada de la revista Time, el primer diseñador de moda en lograrlo. Dior fue además un pionero en el mundo de las celebrities, al ser el primero en prestar ropa a actrices famosas para que las lucieran en los estrenos de sus películas.

“La Galerie Dior es un lugar donde la gente puede apreciar plenamente nuestros archivos y nuestro patrimonio. Se trata de combinar la tradición, la adaptación y la modernidad, para conocer a fondo nuestros orígenes”, explica Pietro Beccari, director general de la Casa Dior. Los diez mil metros cuadrados de este esquinazo señorial de París simbolizan el espíritu de la alta costura local y perpetúa la memoria de esta dirección histórica. Desde el esplendor de los jardines o la suntuosidad de los bailes, hasta las afinidades artísticas, cada espacio evoca una de las múltiples facetas del inestimable patrimonio que la Maison Dior ha conservado desde su fundación.

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