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Parte del programa de otoño del MAAT de Lisboa, «Black Ancient Futures» reúne a un grupo de artistas africanos y de la diáspora para dar forma a una exposición que reimagina el pasado, el presente y el futuro de la experiencia artística negra a escala transcontinental.

Pasados, presentes y futuros utópicos y distópicos

A través de diferentes lenguajes, las obras de los once artistas seleccionados proponen distintas narrativas y paisajes alternativos al panorama dominante de las artes contemporáneas. Baloji, April Bey, Jeannette Ehlers, Lungiswa Gqunta, Evan Ifekoya, Kiluanji Kia Henda, Nolan Oswald Dennis, Gabriel Massan, Jota Mombaça, Sandra Mujinga y Tabita Rezaire participan en la muestra y, en conjunto, representan un dinámico coro de voces creativas procedentes de Angola, Sudáfrica, Zambia, República Democrática del Congo, Nigeria, Brasil, Trinidad, Bahamas y otros países. Sus piezas evidencian un cruce entre ancestralidad, misticismo, mitología, ecología, ciencia ficción y nuevas tecnologías.

Muchas veces, se tiende a asociar las condiciones identitarias y diaspóricas de África con la idea de escasez, pero esta expo trata de mostrar lo contrario. Por eso sus narrativas nos presentan situaciones de bienestar y de abundancia, y no de carencia, dolor o sufrimiento. Los artistas se liberan y liberan al visitante de esa pesadumbre, al mismo tiempo que proponen posibles pasados, presentes y futuros, utópicos o distópicos. Para ello, recurren a la ironía o a la pseudociencia creando discursos que parecen objetivos, pero que en realidad no lo son.

Estética afrofuturista

Aunque los comisarios de «Black Ancient Futures», Camila Maissune y João Pinharanda, señalan en el texto que acompaña la exhibición que «estas propuestas no ilustran una corriente o movimiento históricamente definido (…)», lo cierto es que el contenido, las temáticas escogidas e incluso el nombre de la muestra conectan con la estética y los principios del afrofuturismo cuya idea central es construir futuros alternativos y liberados para la vida negra. Esta corriente mezcla ciencia ficción, historia de África y cultura afrodescendiente para configurar narrativas que superen una serie de representaciones estereotipadas impuestas por la Historia a las identidades negras.

La angoleña afincada en Noruega Sandra Mujinga recurre a esta estética en alguna de sus creaciones. Para la ocasión, presenta And My Body Carried All of You, tres esculturas realizadas en acero y tela desgarrada en las que la artista continúa su exploración de los dinosaurios como medio para abordar las nociones de temporalidad y fragilidad. El título de la obra incita a meditar sobre cómo llevamos no solo el peso de la historia, sino también las cargas y emociones de los demás.

Empoderamiento de la cultura negra

En la sala contigua, la artista de Trinidad y Tobago Jeannette Ehlers exhibe We’re Magic, We’re Real, una enorme esfera de pelo sintético que, suspendida en medio de la sala de paredes doradas, utiliza el «pelo afro» como símbolo de empoderamiento de la contracultura negra. En otro espacio de la muestra, el artista multidisciplinar brasileño afincado en Berlín Gabriel Massan se apoya en un videojuego queer basado en la era colonial para sondear situaciones de desigualdad. Su instalación, a la manera de los salones recreativos, es una versión actualizada del videojuego Third World: The Bottom Dimension. Un espacio en el que el visitante se sumerge por completo en el mundo que el artista ha creado en el juego. El ámbito digital es el punto de partida de su práctica escultórica.

Fruto de la intersección de culturas, espacios geográficos y el (forzado) destino itinerante de la condición africana –ya sea por exilio, asentamiento, esclavitud o migración derivada de las crisis económica, política y climática globales–, estas obras plasman un universo de posibilidades creativas alejadas de las jerarquías culturales, estéticas y comerciales impuestas por el modernismo occidental a las realidades artísticas africanas y diaspóricas.

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