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Con la exposición «The Whole World’s a Stage», el MAAT de Lisboa celebra la obra de William Klein (1926-2022) a través de unas doscientas fotografías urbanas y de moda, fragmentos de sus documentales y muestras de su producción editorial que evidencian la dimensión performativa del fotógrafo estadounidense y la forma desinhibida con la que interactuaba con los sujetos que inmortalizó en sus imágenes.

Maestro de la fotografía callejera

Artista multidisciplinar y uno de los fotógrafos más ilustres de su generación, William Klein fue también uno de los pocos creadores con un estilo visual definido por composiciones complejas llenas de exuberancia y energía. No se refugiaba en la distancia segura del observador como otros fotógrafos de la época; al contrario, se acercaba, invitaba a extraños que encontraba en la calle a posar para él. Es esta clase de intimidad o proximidad la que explica su trabajo. Desde su primer reportaje sobre la ciudad de Nueva York que confeccionó para Vogue USA en los años cincuenta, nos guste o no su estética, hay que admitir que Klein fue el artífice de un estilo nuevo, sucio, caótico, que rechazaba no solo la tradición de la fotografía clásica, sino también la del reportaje.

Su inspiración proviene de la abstracción, el diseño de la Bauhaus y el cine de Orson Welles y de Fellini. De hecho, Klein trabajó como asistente de Fellini en la película Las noches de Cabiria, ocasión que aprovechó para fotografiar las calles de Roma, donde captó el choque entre una sociedad pobre y tradicional y la llegada de la cultura del consumo y la publicidad. El color, en las obras de Klein, surgió cuando comenzó a colaborar con Vogue. Es curioso, pero la moda no le interesaba lo más mínimo. Su aversión a la moda, que él mismo ayudó a promover, es retratada en su película Who are you Polly Maggoo (1969), una sátira cáustica sobre la industria que él conocía muy bien y que terminó por alejarlo para siempre de Vogue. A partir de los años setenta, pasó a dedicarse casi exclusivamente a su producción cinematográfica.

Síntesis de seis décadas de actividad profesional

Esta panorámica de la vasta obra de William Klein se organiza en cinco secciones que no responden a una cronología definida. «Mirar hacia atrás» recoge algunas colaboraciones para Vogue USA y sus fotografías espontáneas de los marginados y clases desfavorecidas de Nueva York, Roma, Moscú y París. También encontramos aquí una de sus fotografías más famosas, Gun 1 New York, en la que el objetivo de la cámara apunta hacia el interior del cañón de una pistola empuñada por un adolescente con la cara deformada por la ira.

Sus pinturas e imágenes abstractas se concentran en «Gestos materiales», mientras que «Tokio» reúne las fotos que hizo en «el país del sol naciente» en 1961 y que muestran clases de caligrafía, ceremonias del té, casas de geishas, almacenes comerciales, manifestaciones… La producción cinematográfica de Klein (treinta documentales y tres largometrajes) queda sintetizada en «Películas», de las que se proyectan algunos extractos, como el retrato electrizante que filmó en 1964 sobre Muhammad Ali. Por último, «Juntos» recopila fotografías de calle en las que aparecen fanáticos en un evento deportivo o grupos de amigos en la ciudad. Una retrospectiva sobre su obra cinematográfica completa la muestra en la Cinemateca Portuguesa.

Teatralidad improvisada rebosante de intensidad

Klein disparaba con una lente gran angular, llenando el encuadre de rostros y gestos. Sus fotos de gran formato y casi siempre en blanco y negro son alegres, espontáneas, de una teatralidad improvisada rebosante de intensidad. A priori, la disposición geométrica de estas fotografías en el espacio del MAAT Central es bastante apetecible y secuestra la atención del espectador con su diseño cúbico, limpio, despejado y sin interferencias.

Luego, uno percibe la falta de aire entre unas tomas y otras si tenemos en cuenta que en la superficie de cada imagen de Klein no sobra ni un centímetro cuadrado en el que no haya un primerísimo plano de alguna o varias personas. En ese particular horror vacui que traslada al encuadre de sus fotografías, Klein plasma su afición por los rostros abigarrados. A ratos resulta agotador. Y es que las fotografías de Klein demandan al espectador una gran capacidad de concentración: están invadidas por un un exceso de información y desorden aparente, pero sin renunciar a una perspectiva minuciosa y elaborada.

William Klein era un artista con una independencia feroz que, a pesar de trabajar en el epicentro de la fotografía comercial, nunca dejó de dedicarse a los proyectos artísticos que lo apasionaban. Hizo todo a su manera y extendió su creatividad a múltiples campos. A lo largo de su carrera abrazó la fotografía, el cine, la pintura y el diseño gráfico. Gracias a esa trayectoria, consiguió hacer del mundo su propio escenario.

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