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Después de una apocada, breve, insípida y no muy entusiasta representación del pianista Malakoff Kowalski que pasó sin pena ni gloria, comenzaron las rondas de presentación, agradecimientos, bienvenida y promoción del festival internacional de literatura de Berlín 2020 (ilb, 9-19 septiembre) que se extendió por una tediosa hora. Intervenciones estas a cargo de la directora de la Filarmónica de Berlín —donde tuvo lugar el acto—, de la ministra de cultura y del director del festival con motivo de la inauguración del evento.

Durante su discurso de media hora de duración —que marcó el comienzo del ilb—, Mario Vargas Llosa, por su parte, estuvo a la altura de su reputación. Al menos de la literaria. Razonó con maestría divulgativa sobre el origen de la literatura, su función social de concienciación, y ante todo sobre su papel beligerante frente al status quo, más allá de su perpetua labor de entretenimiento. Sobre cómo la literatura forja el pensamiento crítico.

Se expresó con meridiana naturalidad, sin grandilocuencias, sin reflexiones muy rebuscadas ni pomposas; con experiencia, desde el saber. Y sobre todo con convicción. Como si la literatura fuese un partido político al que convendría afiliarse. Brilló con discreta determinación, hablando para el público y no para oírse a sí mismo con disimulado deleite. Un speech bien estructurado, accesible, definido, claro, pausado e incluso, en ocasiones, naïf. Sin largas, densas e incomprensibles frases proustianas. Sin intención de lucirse vanidosamente como orador.

La literatura, según Mario Vargas Llosa

Renqueando, y con ayuda de un elegante bastón, Mario Vargas Llosa hizo un buen trabajo. Como todo profesor en el primer día de clase, trató de convencer con métodos persuasivos de que la materia que imparte es la más importante de todas y la más sustancial. En su particular oda a la literatura que tenía bastante de master class, Mario Vargas Llosa destacó la utilidad política y social de la literatura y su contribución al progreso. “Tengo que hablar de literatura y lo hago con mucho gusto”, abrió el discurso para elogiar la organización del festival en los tiempos difíciles que corren. “La literatura se ha hecho para los tiempos difíciles”.

En los países curiosamente más libres es donde la literatura suele ser menos considerada, o considerada como no es, un simple entretenimiento, puntualizó Mario Vargas Llosa la que sería la espina dorsal de su intervención. “Pero basta que la libertad se restrinja o desaparezca en esta sociedad para que la literatura se convierta en un arma de combate. Una manera de resistir la intransigencia del poder que generalmente desconfía de la literatura y establece sistemas de censura para controlarla. Pero la literatura siempre encuentra la manera de manifestarse y se manifiesta siempre, en todos los casos, en contra de los regímenes opresores y siempre a favor de la libertad. Allí es donde uno encuentra verdaderamente la importancia de la literatura y lo fundamental que ella es para preservar, precisamente, esa verdad”.

“La literatura ha sido siempre, desde los tiempos más remotos, una manera de protestar contra las insuficiencias de la vida”

Sirviéndose del origen remoto de la literatura, cuando nuestros ancestros se contaban historias frente a las fogatas de las cavernas para apaciguar el miedo y alcanzar la serenidad, Mario Vargas Llosa resalta la insatisfacción inherente al ser humano: “Aquellas historias expresaban sobre todo una insatisfacción, el sueño de una realidad distinta, una sociedad sin peligros y sin miedos. Una sociedad en la que nos sintiéramos protegidos y al mismo tiempo libres. Eso que ocurría con nuestros remotísimos ancestros es lo que sigue ocurriendo ahora que gracias a la escritura esas historias tienen una cierta permanencia y realidad. Seguimos inventando cosas que expresan nuestro temor y nuestra inseguridad frente a un mundo que no podemos controlar y que sobre todo nos resulta difícil de aceptar”.

La literatura como arma contra el descontento

Mario Vargas Llosa continuó analizando el rol de la literatura como herramienta para manifestar el descontento. “Nada expresa mejor esa insatisfacción o disgusto que tenemos con el mundo que la literatura. La literatura es una expresión de una protesta, de un descontento, de un desacato de la realidad tal como es. Y un deseo profundo de tener una realidad distinta. Cuando surgen nuevas formas de insatisfacción, son expresadas fundamentalmente a través de la literatura. Y se expresan sobre todo en aquellos países que dejaron de ser libres o que nunca lo fueron. Países sometidos por distintas ideologías, alguna forma de dictadura”.

Mario Vargas Llosa no cesa de formular que las novelas no son un mero entretenimiento, aunque todas ellas aspiren a ser entretenidas. “Las novelas crean también en nosotros una actitud insumisa. Una actitud que desacata la realidad tal como es porque aspira a una realidad distinta. Ninguna otra forma de expresión ha sido tan genuina en expresar esa extraordinaria diversidad de razones para estar descontentos de la realidad como la novela en particular y la literatura en general”.

“La literatura es mucho más que entretenimiento”

Desde el punto de vista histórico y social, según Mario Vargas Llosa, las novelas, más que placer, crean en nosotros insatisfacción, una disidencia respecto a la realidad en la que vivimos que nunca se parece a esas realidades que somos capaces de inventar y de soñar y de convertir a través de las palabras en literatura. “Por eso la literatura es importante, es mucho más que entretenimiento”.

Además de enriquecer el vocabulario, estimular la sensibilidad, la imaginación y la fantasía, la gran función de la literatura es hacernos desear lo imposible. Mario Vargas Llosa articula su discurso yuxtaponiendo pasado, presente y progreso: “La pandemia nos recuerda que no hemos llegado a controlar la naturaleza. De esta pandemia seguramente salgamos menos arrogantes, más dispuestos a invertir en investigación científica y tecnológica, en sistemas de salud que nos protejan mejor que los actuales.”

Para cerrar su intervención, Mario Vargas Llosa nos recuerda que la mejor manera de enfrentar esta realidad es cambiándola, mejorándola. “Y para ello la literatura es absolutamente fundamental, esencial. Por eso, la literatura hay que promoverla y leer los libros que generan en nosotros una gran insatisfacción del mundo tal como es y que nos llevan a desear una realidad mejor”.

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