Un cuarto de siglo de 59 Rivoli: el espacio de arte okupa del centro de París
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Emplazado en el número 59 de la mítica vía comercial Rivoli del centro de París, el edificio okupa 59 Rivoli provee de estudios a treinta artistas que desde 1999 comparten con el público la experiencia de la creación.
Donde los artistas crean, viven y exponen
Desde su gestación a finales de los noventa, más de 500 artistas han contribuido al legado de 59 Rivoli. Si bien quince ateliers son permanentes, la otra quincena está dedicada a residencias de tres meses prorrogables una sola vez por la misma duración. Cualquier interesado puede solicitar una residencia rellenando el formulario de la web.
La historia de este Tacheles o Braço da Fábrica de Prata parisiense en el que también se organizan talleres y conciertos se remonta a 1999, cuando el colectivo KGB (Kalex, Gaspard, Bruno) okupó un inmueble abandonado –propiedad de Crédit Lyonnais y del Estado francés– y lo reacondicionó. Los objetivos eran «revivir un sitio vacío, establecer un lugar donde los artistas pudieran crear, vivir y exponer, y demostrar la validez de una alternativa cultural para París».
Legalizada oficialmente en 2009, esta insólita galería de arte de 1000 m2 acoge a artistas nacionales e internacionales, consagrados o no, y a estudiantes de arte en pos de su primera exposición. Para festejar esta intensa y tumultuosa andadura cultural, 59 Rivoli celebra su 25.º aniversario con un festival que comprende exposición de arte, conciertos y performances. Tendrá lugar del 26 de octubre al 10 de noviembre y se llama Bizaaart, juego de palabras francés que viene a significar «arte bizarro».
59 Rivoli: refugio de artistas
59 Rivoli apenas necesita presentación. Se ha ido erigiendo como toda una institución en su categoría desde que fijó su residencia en el edificio haussmaniano de seis plantas situado en uno de los ejes históricos de la ciudad. En sus casi tres kilómetros de longitud, la agitada calle comercial, que discurre desde la Place la Concorde hasta casi Bastille, atraviesa los distritos 1 y 4 y barrios como Beaubourg, Saint-Paul y Le Marais. Esta guarida de artistas poco común se reconoce rápidamente por su llamativo exterior, cuya decoración cambia según los estados de ánimo y los deseos de sus ocupantes.
Adornada con artefactos artísticos, la fachada de este inmueble carismático invita a adentrarse en un inusitado recinto creativo de la capital francesa. En él, los artistas reciben en sus talleres bohemios a los visitantes –en ocasiones, unos 4000 por semana– que observan con curiosidad jubilosa el proceso creativo en todo su esplendor. Unos pintan, algunos trabajan en su próxima instalación y otros completan collages o charlan animadamente con el público. Las obras expuestas responden a prácticas y técnicas eclécticas; y también se venden, como es natural.
La desacralización del arte según 59 Rivoli
En sus inicios, 59 Rivoli distaba mucho de ser lo que es hoy. Todo empezó en 1989, cuando una de las filiales del banco histórico francés Crédit Lyonnais fue abandonada. Si encontrar un lugar donde vivir en París era ya complicado en aquel entonces, disponer de un estudio propio era impensable.
Así que, privados del oxígeno del dinero y armados para afrontar una existencia precaria a veces insalvable, sus promotores primigenios decidieron ocupar este edificio vacío a partir del 1 de noviembre de 1999 y convertirlo en estudios abordables. ¿La consigna? Desacralizar el arte, sacarlo a la calle y demostrar que el arte no es algo que solo sucede en las galerías, los museos o los vernissages. Así empezó la era «59 Rivoli».
Y si bien ha habido varios intentos de desalojo en las últimas décadas, 59 Rivoli es hoy uno de los tres centros de arte contemporáneo más frecuentados de París, y uno de los diez más visitados de Francia. A ello contribuye la entrada gratuita –también aceptan donativos– y un amplio horario de apertura (de martes a domingo, de 13 a 20 horas).
El arte en este bloque estrafalario ubicado a escasos metro del Louvre, el Ayuntamiento de París y la Place du Châtelet lo impregna todo; desde la escalera hasta el techo. En el frenesí consumista actual que nos apremia a devorar contenidos sin interrupción, 59 Rivoli transforma la precariedad artística inmediata en riqueza cultural permanente.
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