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Arte y naturaleza. Un siglo de biomorfismo” es la mirada retrospectiva que hasta el 9 de junio propone el CaixaForum Madrid a la fecunda relación entre las artes y la naturaleza desarrollada desde el surrealismo hasta nuestros días.

La fascinación por las formas de la naturaleza es tan vetusta como el arte. La naturaleza ha funcionado como musa para innumerables artistas que incluso han usado partes de ella como material físico para la configuración de sus obras. Replicar, desfigurar, exagerar, mutilar, retorcer o ridiculizar las formas animales, vegetales o minerales ha sido una praxis recurrente en la actividad artística desde el surgimiento de la humanidad en las cavernas.

Sin embargo, en las últimas décadas, esa fructíferas y perpetua relación entre el artista y el entorno natural se ha visto estremecida por el impacto de la crisis climática y medioambiental. Así, aquella fascinación primigenia ha cedido terreno al sobresalto, el compromiso y la denuncia que predominan en la actualidad. En torno a ese nexo en constante evolución gravita la exposición.

¿Qué es el biomorfismo?

El concepto de biomorfismo, entendido como la imitación de las formas de la naturaleza en el arte, es el hilo conductor de la exhibición. El contenido expositivo se centra en ilustrar la manera en la que el arte ha reinterpretado el mundo natural.

Las piezas procedentes del Centre Pompidou de París abarcan géneros que van desde el arte contemplativo hasta el activismo medioambiental. El recorrido, que también vincula de alguna manera la cultura con la ciencia, se inicia en el surrealismo, transita por el land art y el arte povera para desembocar enel arte conceptual.

Cuatro ámbitos temáticos y múltiples lenguajes creativos

La muestra se compone de 83 piezas basadas en distintos lenguajes creativos (pintura, escultura, foto, cine, diseño industrial, vídeo, instalación…) de artistas como Kandinsky, Picasso, Le Corbusier, Pamela Rosenkraz, Alvar Aalto, Georgia O’Keeffe o Dalí. Dispuestas en un recorrido transversal (no cronológico), las obras han sido reunidas en cuatro secciones temáticas: Metamorfosis, Mimetismo, Creación y Amenaza.

El empleo de formas orgánicas en el arte promulgado por el biomorfismo impregna toda creación artística a partir de 1936. Las obras de la sección Metamorfosis –sobre todo surrealistas de Ives Tanguy, Picasso, Dalí o Le Corbusier– evocan estructuras orgánicas o procesos naturales como la metamorfosis. Este repertorio de formas híbridas y poéticas se sirve de líneas vegetales, minerales o animales para concebir criaturas fantásticas.

El bloque Mimetismo permite apreciar cómo la naturaleza se convierte en modelo y fuente de inspiración para los artistas, quienes reproducen sus formas, texturas y movimientos. Esta sección está a su vez asociada al descubrimiento de microorganismos que sirvieron de inspiración a los artistas del siglo XX. La lámpara Chlorophilia Double de Ross Lovegrove borda con excelencia este género, al igual que los cuadros de Kandinsky presentes en la sala.

Creación agrupa piezas de varios artistas vinculados a movimientos surgidos en los sesenta que emplean la naturaleza como materia misma de la creación. Hablamos de obras del arte povera italiano o del land art estadounidense elaboradas partir de plantas, piedras, maderas o plumas en su estado original. Le penne di Esopo (Las plumas de Esopo), en la que Pino-Pascali empleó plumas de pavo, pertenece a esta categoría.

Por último, Amenaza se focaliza en los peligros irreversibles de la contaminación y las mutaciones virales, factores que minan el entorno natural y suscitan angustia. A través de sus piezas, los artistas de este apartado critican los estragos medioambientales causados por las innovaciones técnicas y el consumismo desmedido. Una de ellos es Pamela Rosenkraz, cuya pieza Skin Poll (Gleen), un bidón lleno de líquido rosa, denuncia la manera en que la industria cosmética interfiere en nuestra relación con la piel.

Crónica de una agonía anunciada

La muestra invita a reflexionar sobre el vínculo actual entre el hombre y su entorno natural en un contexto de crisis climática y ecológica aguda, planteamiento prácticamente calcado de la expo “Horizonte y Límite. Visiones del paisaje” presentada en las mismas instalaciones –y al mismo tiempo– de esta institución cultural.

Por mucho que este déjà vu invite a reconsiderar con urgencia nuestra (des)conexión con el mundo que nos rodea y del cual dependemos, lo cierto es que con la naturaleza ocurre lo mismo que con las estrellas: aunque sigamos viendo su luz, puede que hayan muerto hace tiempo.

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