El mundo según la IA: arte, algoritmos y (des)control en el Jeu de Paume
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¿Qué ve la inteligencia artificial cuando nos mira? ¿Y cómo la vemos cuando se cuela en nuestras narrativas visuales? Con Le monde selon l’IA, el Jeu de Paume de París se convierte en el primer gran laboratorio artístico europeo dedicado a explorar cómo el arte contemporáneo dialoga, resiste o se pliega ante el imperio del algoritmo.
Una arqueología del presente digital
La IA está redefiniendo los marcos de percepción contemporáneos. No solo genera imágenes y textos, sino que transforma profundamente nuestra forma de mirar, narrar y entender el mundo. Comisariada por Antonio Somaini junto a Ada Ackerman, Alexandre Gefen y Pia Viewing, la muestra reúne unas cuarenta obras de artistas internacionales que han trabajado en la última década con IA en sus diversas formas: visión artificial, IA generativa, procesamiento de lenguaje natural, automatización invisible y redes neuronales. El resultado es una exposición crítica y rigurosa que reflexiona sobre las promesas, las derivas y los puntos ciegos de una tecnología que ya estructura nuestras imágenes, nuestras historias y hasta nuestra memoria.
IA analítica, control y vigilancia
Uno de los capítulos temáticos aborda lo que se denomina IA analítica: sistemas diseñados para detectar, reconocer y clasificar. En esta sección, artistas como Trevor Paglen y Hito Steyerl desmontan el imaginario tecnófilo para revelar los mecanismos de control, sesgo y simplificación que operan tras estas tecnologías.
En Faces of ImageNet, Paglen coloca al visitante frente a una cámara que lo etiqueta según datos de entrenamiento utilizados por sistemas de reconocimiento facial. El gesto, entre el experimento participativo y la performance conceptual, revela cómo la IA aplasta la complejidad humana con su lógica reduccionista. Por su parte, la instalación de Hito Steyerl transforma imágenes de campamentos kurdos en paisajes generados por IA, cuestionando cómo los algoritmos manipulan la memoria, la geografía y la representación de los conflictos.
El contrapunto histórico lo aportan las capsules temporelles, vitrinas diseminadas por el recorrido que conectan las tecnologías actuales con antecedentes científicos y filosóficos; desde las teorías fisiognómicas del siglo XIX hasta los primeros experimentos en percepción automatizada.
IA generativa, ficciones y futuros posibles
Otro bloque está dedicado a la IA generativa: algoritmos que producen imágenes, textos o sonidos «nuevos». Aquí, la exhibición adquiere un tono más especulativo y poético. Obras como Le Quatrième Mémoire de Grégory Chatonsky imaginan autobiografías posibles generadas por IA, mientras que Sasha Stiles, junto a su alter ego digital Technelegy, compone poemas en un alfabeto ficticio. El lenguaje y la imagen, en este contexto, ya no son dominios separados; proyectos como Ekphrasis, del colectivo Estampa, usan modelos multimodales para traducir imágenes en descripciones textuales en tiempo real, revelando tanto los límites como el potencial poético de esa traducción automática. El resultado es una forma radicalmente nueva de «escribir lo visual».
Materia, trabajo, ecología y música
Otro gran acierto curatorial es que la muestra no se limita al impacto cultural de estas tecnologías, sino que también examinar sus huellas materiales. En Metamorphism, Julian Charrière funde placas base y residuos electrónicos con materiales geológicos para generar esculturas que evidencian la cara oculta de la «nube» y denuncian la extremada cantidad de recursos que consume la IA.
Del mismo modo, Agnieszka Kurant y el colectivo Meta Office denuncian la explotación laboral invisible de los click workers, trabajadores precarios que alimentan los sistemas de IA con tareas repetitivas y mal remuneradas. El diagrama monumental y soberbio Calculating Empires de Kate Crawford y Vladan Joler traza una genealogía de cinco siglos de tecnologías de control y extracción, conectando la IA contemporánea con sus raíces coloniales, militares y económicas.
La exhibición culmina con The Organ, una instalación interactiva de Christian Marclay con Snap Inc. Al tocar un teclado, el visitante activa proyecciones de vídeos seleccionados desde Snapchat mediante algoritmos de reconocimiento sonoro. El resultado es una sinfonía visual, aleatoria y efímera, en tiempo real.
Le monde selon l’IA no ofrece respuestas cerradas, sino una arqueología crítica del presente digital. Nos confronta con la inteligencia artificial como un presente tangible que ya moldea cómo vemos, recordamos e imaginamos. Lejos del entusiasmo ingenuo o del rechazo tecnofóbico, la expo invita a pensar —desde el arte— qué significa vivir bajo algoritmos que no solo nos representan, sino que empiezan a hablarnos en nuestro idioma. ¿Puede el arte interrogar a las máquinas que nos observan? En el Jeu de Paume, la respuesta es un sí tan incómodo como urgente.
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